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Que todos acepten tarjeta: Clip y los agregadores

Cada vez que usas tu tarjeta para pagar algo, ¿quiénes ganan dinero?

René Lankenau

Rogelio De Los Santos recuerda muy bien la gráfica que los dos emprendedores incluyeron en su pitch. Paso a paso, mostraba todo lo que un comercio tenía que hacer, y los requisitos que debía cumplir, para que un banco pudiera asignarle una terminal punto de venta, o TPV.

Era algo tortuoso, y Adolfo (Babatz) tenía muy claro que había que hacerlo fácil y que cualquiera pudiera adquirir algo así, sin fricción”, señala.

Era 2013. Adolfo se había asociado con Vilash Poovala para lanzar en México una solución que permitiera a cualquier negocio recibir pagos con tarjeta, sin necesidad de una TPV tradicional. Ambos habían trabajado en PayPal, así que entendían técnicamente todo lo que hay detrás de los pagos digitales. Además, Adolfo conocía sobre los retos de inclusión financiera de los que históricamente ha adolecido el país.

Su propuesta, Clip, adoptaba un modelo similar al de Square, una de las startups entonces de moda en EUA. Square ofrecía a cualquiera un pequeño dispositivo capaz de conectarse mediante la entrada para audífonos en los smartphones, y hacía las veces de una TPV tradicional. El pequeño cuadrito blanco estaba perfectamente bien diseñado — hasta parecía un producto de Apple — y todos los puntos de contacto entre la startup y sus clientes habían sido pensados para que fuera una experiencia sin fricción.

El mercado y el mundo del venture capital estaban enamorados de Square. Si algo así podía crecer tan rápidamente en EUA, pensó Babatz, en México, donde la penetración de terminales era mucho más limitada, urgía algo similar.

De Los Santos y Diego Serebrisky, socios de Alta Ventures (ahora rebautizado como Dalus Capital), coincidían. Lideraron la ronda de inversión de $1.5 millones de dólares en Clip — una cifra alta para la época — y más porque implicaría una valuación que en Whitepaper estimamos debió haber sido de entre $7 y $9 millones de dólares.


En países como Italia o Brasil, el número de TPVs es de más de 650 por cada 10 mil adultos. En México, según datos de la CNBV, esa cifra es de menos de 140.

La banca tradicional no crece tan rápidamente. En la década entre mayo de 2012 y mayo de 2022, el número de tarjetas de crédito en México aumentó solo 12% — de 26.3 millones, a 29.5 — mientras que el número de establecimientos que cuentan con TPV avanzó 43% (ahora habría 640 mil negocios con TPVs de los bancos). Mejor que las tarjetas, pero no como para transformar al país.

Lo que sí cambió de forma importante fue el número de transacciones con tarjetas: actualmente hay 200% más transacciones que hace 10 años.

Seguramente, una buena parte se llevan a cabo en las mismas TPVs de los bancos. Pero también estará aquí reflejado el efecto de los agregadores: pasaron de unas 750 mil terminales de este tipo en 2016, a 2.65 millones a finales de 2020. En lugares como CDMX, se estima que hoy existen más de 1,000 dispositivos de agregadores por cada 10 mil adultos.

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