René Lankenau / Fernanda Estrada
Todo mundo sabe que en 2020 y 2021 el ecosistema emprendedor en México llegó a niveles nunca antes vistos. Después de una década de crecer lentamente, las startups en nuestro país se pusieron de moda y recibieron miles de millones de dólares de inversión.
En agosto explicamos este tema:
Muy al principio, hace más o menos una década, existían iniciativas y emprendedores preparados para ejecutarlas, comenzaban a fortalecerse los fondos locales de venture capital y había cierto interés por el tema entre el público general. Los ingredientes estaban ahí, pero aún no había suficiente tracción; fuera de algunos casos excepcionales, las startups no crecían tan rápido ni tenían acceso a las gigantescas rondas de inversión que sí ocurrían en otros países latinoamericanos, como Brasil.
Con la pandemia, todo cambió. De repente empezamos a escuchar sobre rondas de inversión cada vez más grandes. Llegaron al país los fondos de venture más importantes a nivel global: Tiger Global, General Atlantic, SoftBank, entre otros. Varias startups comenzaron a aparecer por todos lados. Traían consigo panorámicos, patrocinios de fútbol, anuncios en los aeropuertos. Ejecutivos con amplísima experiencia dejaban carreras de varios años en las empresas más grandes y establecidas, para incorporarse a startups incipientes. Surgieron los primeros unicornios (y ahora todo mundo sabe lo que significa ese término).

El mercado ya cambió y este año las startups enfrentan un entorno considerablemente más complejo. Pero a pesar de esto, hoy hay muchas, muchas más startups y equipos emprendedores tratando de conquistar todo tipo de mercados.
De lo que no parece haber muchos más son fondos de venture capital mexicanos.